Trading con opciones, el burro y la casualidad

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(Artículo publicado por Echeneis)

 

En España nos encantan las loterías, sólo hay que dedicar un tiempo de consciencia en los anuncios para descubrir el amplio abanico de posibilidades que ponen a nuestra disposición: navidad, lotos, ciegos, rascas, y demás familia. Aunque sabemos que la estadística no está de nuestra parte y la esperanza matemática es negativa: ¡jugamos!, supongo que por el importe tan elevado que debe encerrar el Puf que lanzamos cuando exclamamos: “¡ay si me toca!” (Último invento de la Primitiva).

Bajo esta idiosincrasia cuando descubrimos en las opciones el apalancamiento, nos desviamos del buen camino que debería ser la búsqueda de rendimientos recurrentes y sostenibles, para adentrarnos en el del deseo utópico del Pelotazo rápido.

Sabéis que un gran porcentaje de opciones expiran sin valor. Este suceso viene motivado por el Time Decay o pérdida de valor extrínseco de las mismas debido al paso del tiempo. Esta característica, que para el comprador tempranero es un problema, para el que mira los precios en los días finales próximos a expiración, provoca un efecto de atracción al realizar cálculos lecheros con lo que podría ganar empleando una pequeña porción de dinero en esa Apuesta.

Pero todo precio tiene su fundamento, es obvio que la probabilidad de alcanzar un precio muy superior o muy inferior disminuye para el subyacente cuando quedan menos días de vida para esas opciones tan asequibles. A pesar que los modelos de valoración de opciones tienen sus limitaciones, el mercado suele ajustar bastante bien las expectativas de futuro movimiento en el precio de las mismas. Es como cuando vas a la frutería y ves 3 precios distintos para un mismo producto, por ejemplo el Kiwi. En apariencia son todos iguales: verdes y con pelillos, pero si os decantáis por el de más bajo precio,  pronto descubriréis el porqué de las diferencias. Como en las opciones confiaremos que con el tiempo madurarán esas piedras que hemos adquirido, lo que ocurrirá es que más que madurar se pudrirán y tendrás que tirarlos, ¡vamos que expirarán sin valor!, con lo cual: lo barato saldrá caro.

Un ejemplo representativo de estas tentaciones sería el siguiente que os muestro. Al cierre del miércoles apostamos por el rebote del mercado y nos marcamos como objetivo de precio los 202 en el SPY. Queremos emplear unos 750$ en esta operación y para ello muestro 3 posibles alternativas:

 Cómo todos los ejemplos a “toro pasao”, es simplista, oportunista y capcioso pero me sirve para la didáctica. En la expiración del viernes el efecto Gamma hace su papel y estos son los resultados:

Con la misma cantidad de dinero arriesgado los resultados son espectaculares. ¡Ya tenemos otra lotería en la que pensar!. Lo malo del asunto es que  si hay 52 semanas en el año las operaciones negativas seguro nos amargan los sueños de gloria. El buscar la “cagá de lagarto” tiene estos inconvenientes, con la esperanza del pelotazo nos llevaremos un balonazo en el pómulo (o en otro lugar más doloroso).

Os dejo este poema de Tomás de Iriarte para ilustrar la idea que quiero trasmitir:

Echeneis

 

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